¿Quién ejerce la política interior?

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Cada vez más, en los foros internacionales en los que los responsables políticos discuten cuestiones de comercio internacional, el tema de debate no es qué políticas comerciales utilizan los países, sino qué políticas internas se aplican. La razón es que, en nuestro mundo interconectado y globalizado, las políticas nacionales que afectan a la energía, el medio ambiente, los mercados laborales, la salud y muchas otras cuestiones afectarán no sólo a lo que ocurre en el país, sino también a lo que se comercia y se invierte, y en qué medida, y, por tanto, a los resultados para los productores y los consumidores en el extranjero. En resumen, las políticas nacionales tienen repercusiones internacionales.

Este capítulo explora varias políticas nacionales sencillas e investiga cómo pueden afectar a los flujos comerciales con otros países. También se examinan los efectos de estas políticas sobre el bienestar y se concluye con una idea muy importante: que las políticas comerciales pueden duplicarse con una combinación de varias políticas nacionales. Se exploran las implicaciones de esta notable intuición.

Por ejemplo, en Estados Unidos hay una creciente preocupación por las políticas medioambientales y laborales de muchos socios comerciales de Estados Unidos. Por lo que respecta a las políticas medioambientales, algunos han argumentado que las normativas medioambientales más permisivas de muchos países menos desarrollados dan a las empresas de esos países una ventaja competitiva con respecto a las empresas que operan en Estados Unidos. El mismo argumento se utiliza en relación con las prácticas laborales. Muchos representantes de la industria estadounidense sostienen que los bajos salarios en el extranjero, las normas de seguridad laboral poco estrictas y, en algunos casos, el uso de mano de obra infantil o de mano de obra penitenciaria dan a algunos países una ventaja competitiva en los mercados internacionales.

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La política interna suele ser desarrollada por el gobierno federal, a menudo en consulta con los gobiernos estatales y locales. El proceso de tratar las relaciones y asuntos de Estados Unidos con otras naciones se conoce como “política exterior”.

Al tratar una amplia gama de cuestiones críticas, como la sanidad, la educación, la energía y los recursos naturales, el bienestar social, los impuestos, la seguridad pública y las libertades personales, la política interior afecta a la vida cotidiana de todos los ciudadanos. En comparación con la política exterior, que se ocupa de las relaciones de un país con otras naciones, la política interior tiende a ser más visible y a menudo más controvertida. Consideradas conjuntamente, la política interior y la política exterior suelen denominarse “políticas públicas”.

En su nivel básico, el objetivo de la política interior es minimizar el malestar y el descontento entre los ciudadanos de la nación. Para lograr este objetivo, la política interior tiende a hacer hincapié en áreas como la mejora de la aplicación de la ley y la asistencia sanitaria.

Muchos debates sobre la política interior de Estados Unidos tienen que ver con la medida en que el gobierno debe involucrarse en los asuntos económicos y sociales de los individuos. Desde el punto de vista político, los conservadores y los libertarios consideran que el gobierno debe desempeñar un papel mínimo en la regulación de las empresas y el control de la economía del país. Los liberales, en cambio, creen que el gobierno debe trabajar de forma agresiva para reducir la desigualdad de la riqueza, proporcionar educación, garantizar el acceso universal a la sanidad y proteger el medio ambiente controlando estrechamente la economía y la política social.

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Cada vez más, en los foros internacionales en los que los responsables políticos discuten cuestiones de comercio internacional, el tema de debate no es qué políticas comerciales utilizan los países, sino qué políticas internas se aplican. La razón es que, en nuestro mundo interconectado y globalizado, las políticas nacionales que afectan a la energía, el medio ambiente, los mercados laborales, la salud y muchas otras cuestiones afectarán no sólo a lo que ocurre en el país, sino también a lo que se comercia y se invierte, y a la cantidad que se invierte, y por tanto a los resultados para los productores y los consumidores en el extranjero. En resumen, las políticas nacionales tienen repercusiones internacionales.

Este capítulo explora varias políticas nacionales sencillas e investiga cómo pueden afectar a los flujos comerciales con otros países. También se examinan los efectos de estas políticas sobre el bienestar y se concluye con una idea muy importante: que las políticas comerciales pueden duplicarse con una combinación de varias políticas nacionales. Se exploran las implicaciones de esta notable intuición.

Por ejemplo, en Estados Unidos hay una creciente preocupación por las políticas medioambientales y laborales de muchos socios comerciales de Estados Unidos. Por lo que respecta a las políticas medioambientales, algunos han argumentado que las normativas medioambientales más permisivas de muchos países menos desarrollados dan a las empresas de esos países una ventaja competitiva con respecto a las empresas que operan en Estados Unidos. El mismo argumento se utiliza en relación con las prácticas laborales. Muchos representantes de la industria estadounidense sostienen que los bajos salarios en el extranjero, las normas de seguridad laboral poco estrictas y, en algunos casos, el uso de mano de obra infantil o de mano de obra penitenciaria dan a algunos países una ventaja competitiva en los mercados internacionales.

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La primera decisión presidencial de John Tyler fue la más sabia y trascendental. Dejó de lado todos los rumores de que era un presidente “temporal”, afirmó que la Constitución le otorgaba los poderes plenos e incondicionales del cargo, y prestó juramento inmediatamente. Aunque recibió muchas críticas por ello, fue con mucho su mayor contribución a la nación. Su afirmación sentó un precedente crítico y allanó el camino para futuras transferencias ordenadas de poder tras la muerte de los presidentes Taylor, Lincoln, McKinley, Franklin Roosevelt y Kennedy. Los enemigos podían mofarse de Tyler como “Su Accidente”, los supuestos aliados whigs podían gruñir por su usurpación, las cartas podían inundar la Casa Blanca dirigidas al “Presidente interino Tyler” -todas fueron devueltas sin abrir-, pero su famosa vena obstinada se mantuvo firme. Era presidente.

Su segunda decisión fue tan desacertada como inspirada había sido la primera. Temeroso de parecer irrespetuoso con Harrison, Tyler retuvo a todo el gabinete del fallecido, incluyendo a varios Whigs celosos que se enfurecieron abiertamente ante la toma de posesión de Tyler. El verdadero líder del partido, Henry Clay, había sido el poder detrás del trono de Harrison, y Clay supuso que Tyler permitiría lo mismo. Clay se equivocó. Cuando le dijo a Tyler que Harrison había dejado que las principales decisiones políticas se resolvieran por votación del gabinete, Tyler no quiso saber nada y se ofreció a aceptar las dimisiones de los secretarios que no aceptaran su liderazgo. “Yo, como presidente, seré responsable de mi administración”, dijo al gabinete. “Estaré encantado de teneros conmigo. Cuando penséis lo contrario, se aceptará vuestra dimisión”. Clay, que había buscado sin éxito la presidencia en varias ocasiones, estaba furioso. El nuevo presidente no tenía aliados en el gabinete.