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Condiciones contractuales
A diferencia de muchas áreas del derecho que restringen o limitan la conducta, el derecho contractual es un área del derecho que amplía las libertades al ofrecer la oportunidad a las partes de negociar y establecer relaciones voluntarias mutuamente beneficiosas en las que los términos de los acuerdos son regulados, en su mayor parte, por las partes. Siempre que las partes de un contrato lo establezcan de acuerdo con las normas básicas del derecho contractual, las partes pueden establecer su acuerdo como deseen.
Dicho lo anterior, algunos contratos pueden contener desigualdades cuando una parte ha influido en el acuerdo mediante el uso de un poder de negociación ventajoso. Cuando una parte de un acuerdo carece de poder, influencia o conocimiento, pueden surgir acuerdos contractuales injustos. Aunque existen normas de derecho contractual para garantizar la equidad, los tribunales suelen ser reacios a perturbar los acuerdos.
Una oferta es la promesa tentativa que inicia las negociaciones contractuales. Es cuando una de las partes de un contrato inicia e indica el deseo de entrar en una relación con otra parte. Una oferta puede hacerse por escrito, de forma oral o simplemente con una conducta (por ejemplo, un hombre que saluda con la mano para llamar a un taxi está haciendo una oferta para conseguir servicios de transporte). También es interesante señalar que la mera invitación a celebrar un contrato no equivale a una oferta. Una tienda que publica un catálogo de productos con sus precios está invitando a comprar en lugar de hacer una oferta de venta. Esta visión de lo que equivale a una oferta es necesaria para evitar que un minorista corra el riesgo de “incumplimiento de contrato” en caso de que un número excesivo de personas desee comprar productos cuya oferta puede ser limitada.
Contrato nulo y anulable
Las personas celebran contratos en su vida cotidiana cuando compran productos (ya sea en persona, por teléfono o por Internet), así como en el curso de sus negocios. Esta guía le ayudará a entender cómo se hacen los contratos y cuáles son sus obligaciones en virtud de ellos.
Los contratos garantizan que sus intereses estén protegidos por la ley y que ambas partes cumplan sus obligaciones según lo prometido. Si una de las partes incumple el contrato, habrá ciertas soluciones disponibles para las partes (conocidas como “remedios”).
En la medida de lo posible, lo mejor es contar con un contrato escrito. Si las partes no están de acuerdo con los términos del contrato o si los términos no son claros, será un tribunal el que decida qué significan esos términos. El tribunal tendrá que examinar cómo se llevaron a cabo los servicios, las promesas y los intercambios para identificar las intenciones de las partes.
Un acuerdo se produce cuando una parte hace una oferta (por ejemplo, una oferta de empleo) a la otra, y esa oferta es aceptada. Una oferta es una declaración de los términos a los que la persona que hace la oferta está dispuesta a vincularse contractualmente. Una oferta es diferente de una “invitación a tratar”, que sólo invita a alguien a hacer una oferta, y no pretende ser contractualmente vinculante. Por ejemplo, los anuncios, catálogos y folletos en los que se indican los precios de un producto no son ofertas, sino invitaciones a tratar. Si lo fueran, el anunciante tendría que suministrar el producto a todo aquel que lo “aceptara”, independientemente del nivel de existencias.
Intención de crear relaciones jurídicas
Aunque un contrato puede ser escrito o verbal, la gran mayoría de los contratos nunca se escriben ni se aceptan con una firma. En cambio, la aceptación de un contrato suele hacerse mediante el intercambio de dinero por un producto o servicio, como la compra de algo en una tienda. Pero, cuando se trata de contratos complejos que implican múltiples términos y condiciones, es mejor que el acuerdo se haga por escrito.
Por ejemplo, si estás creando un contrato de servicios, debes tener todos los elementos básicos de validez para poder resolver con éxito cualquier disputa que surja. Sin un contrato válido, no podrás hacer valer ninguna de sus cláusulas (como recibir el reembolso de los gastos relacionados con el trabajo o conservar la propiedad intelectual).
La mayoría de los contratos son rutinarios y fáciles de cumplir. Por ejemplo, está implícito que cuando vayas a la peluquería te darán lo que pediste, dentro de lo razonable, y no te cortarán todo el pelo sin más (a menos, claro, que eso sea lo que hayas pedido).
Partes del contrato
Un contrato válido tiene más aspectos que el simple hecho de acordar unos términos y firmar un papel. De hecho, un contrato válido se compone de varios elementos y, si falta alguno de los elementos requeridos, el contrato podría considerarse inválido e incapaz de ser ejecutado.
Un contrato es un intercambio de un acto o promesa entre dos o más individuos o entidades comerciales. Implica que una parte (o un grupo de partes) ofrece algo de valor a otra parte (o grupo) como pago por un servicio, artículo, acción, etc. Por ejemplo, un contrato de arrendamiento de vivienda es un contrato entre un propietario y un inquilino en el que el inquilino paga al propietario un alquiler a cambio de un lugar para vivir.
La oferta y la aceptación van de la mano, y aunque la aceptación pueda parecer redundante, es un elemento importante que garantiza que los contratos no se formen sin ser reconocidos, acordados y aceptados adecuadamente.
Lo interesante de la aceptación es que no es necesario decirla o escribirla para transmitirla; puede determinarse a través de la conducta. Por ejemplo, si le ofrezco a mi vecino 40 dólares por cortar mi césped y él lo corta sin aceptar verbalmente mi acuerdo, su acción sugiere que está de acuerdo, y yo tendría que pagarle los 40 dólares prometidos.
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