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Política fiscal contractiva
La política monetaria se refiere a las acciones de los bancos centrales para lograr los objetivos de la política macroeconómica, como la estabilidad de los precios, el pleno empleo y el crecimiento económico estable. La política fiscal se refiere a las políticas de impuestos y gastos del gobierno federal. Las decisiones de política fiscal las determinan el Congreso y la Administración; la Fed no desempeña ningún papel en la determinación de la política fiscal.
El Congreso de EE.UU. estableció el máximo empleo y la estabilidad de los precios como objetivos macroeconómicos de la Reserva Federal; a veces se denominan el doble mandato de la Reserva Federal. Aparte de estos objetivos generales, el Congreso determinó que la dirección operativa de la política monetaria debía estar libre de influencias políticas. En consecuencia, la Reserva Federal es un organismo independiente del gobierno federal.
La Reserva Federal utiliza una serie de instrumentos de política para fomentar sus objetivos legales de máximo empleo y estabilidad de precios. Su principal herramienta política es el objetivo del tipo de los fondos federales (el tipo que los bancos se cobran entre sí por los préstamos a corto plazo), un tipo de interés clave a corto plazo. El control de la Reserva Federal sobre el tipo de los fondos federales le permite influir en el nivel general de los tipos de interés del mercado a corto plazo. Al ajustar el nivel de los tipos de interés a corto plazo en respuesta a los cambios en las perspectivas económicas, la Reserva Federal puede influir en los tipos de interés a largo plazo y en los precios de los activos clave. Estos cambios en las condiciones financieras afectan entonces a las decisiones de gasto de los hogares y las empresas.
Diferencia entre política monetaria y fiscal
Existen dos poderosas herramientas que nuestro gobierno y la Reserva Federal utilizan para dirigir nuestra economía en la dirección correcta: la política fiscal y la política monetaria. Cuando se utilizan correctamente, pueden tener resultados similares tanto para estimular nuestra economía como para frenarla cuando se calienta. El debate actual es cuál es más eficaz a largo y a corto plazo.
La política fiscal es cuando nuestro gobierno utiliza sus poderes de gasto e impuestos para tener un impacto en la economía. La combinación e interacción del gasto público y la recaudación de ingresos es un delicado equilibrio que requiere un buen momento y un poco de suerte para conseguirlo. Los efectos directos e indirectos de la política fiscal pueden influir en el gasto personal, el gasto de capital, los tipos de cambio, los niveles de déficit e incluso los tipos de interés, que suelen asociarse a la política monetaria.
La política fiscal suele relacionarse con el keynesianismo, que toma su nombre del economista británico John Maynard Keynes. Su principal obra, “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, influyó en las nuevas teorías sobre el funcionamiento de la economía y todavía se estudia en la actualidad. Desarrolló la mayor parte de sus teorías durante la Gran Depresión, y las teorías keynesianas han sido utilizadas y mal utilizadas a lo largo del tiempo, ya que son populares y a menudo se aplican específicamente para mitigar las crisis económicas.
Política monetaria expansiva
El papel del gobierno en la economía estadounidense va mucho más allá de sus actividades como regulador de industrias específicas. El gobierno también gestiona el ritmo general de la actividad económica, tratando de mantener altos niveles de empleo y precios estables. Dispone de dos herramientas principales para lograr estos objetivos: la política fiscal, mediante la cual determina el nivel adecuado de impuestos y gastos, y la política monetaria, mediante la cual gestiona la oferta de dinero. La Reserva Federal, el banco central independiente de Estados Unidos, gestiona la oferta de dinero y el uso del crédito (política monetaria), mientras que el presidente y el Congreso ajustan el gasto y los impuestos federales (política fiscal).
Desde la inflación de los años 70, la política monetaria de la Reserva Federal ha hecho hincapié en evitar una rápida escalada del nivel general de precios. Cuando el nivel general de precios sube demasiado rápido, la Reserva Federal actúa para frenar la expansión económica reduciendo la oferta monetaria, con lo que aumenta los tipos de interés a corto plazo. Cuando la economía se desacelera demasiado rápido, o se contrae, la Reserva Federal aumenta la oferta monetaria, reduciendo así los tipos de interés a corto plazo. La forma más común de efectuar estos cambios en los tipos de interés, denominados operaciones de mercado abierto, es comprando y vendiendo títulos públicos entre un pequeño grupo de grandes bancos y agentes de bonos. Una situación especialmente complicada para los responsables de la política monetaria, denominada estanflación, se produce cuando la economía se desacelera y la inflación aumenta demasiado rápido.
Ejemplos de política fiscal
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En 1992, cuando el asesor de la campaña presidencial, James Carville, dijo al personal de Bill Clinton: “¡Es la economía, estúpido!”, estaba subrayando la importancia de lo que más importa a la mayoría de los votantes.Las dos herramientas más reconocidas para influir en la economía, y mantener contentos a los electores, son la política monetaria, creada por la Reserva Federal, y la política fiscal, que cae bajo los auspicios del Congreso y el presidente. Ambas desempeñan un papel importante en el mantenimiento de una economía estadounidense estable y equilibrada. Política monetaria frente a política fiscal: Un vistazoAunque la política monetaria y la fiscal están diseñadas para lograr la estabilidad económica, los funcionarios responsables de ellas abordan ese objetivo en diferentes frentes. La principal diferencia entre la política fiscal y la monetaria se encuentra en el significado de los nombres de ambas políticas. La monetaria se refiere a la oferta de dinero, o la cantidad que hay para gastar. La fiscal implica el presupuesto, o cómo se gastará el dinero.
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