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Pero aunque ciertamente tiene mal aspecto y podría ser contagiosa, lo más probable es que sólo se trate de una infección leve similar al resfriado común. Según el Instituto Nacional del Ojo (NEI), la conjuntivitis es una de las infecciones oculares más frecuentes en EE.UU., con más de 3 millones de casos anuales.

Aunque puede ser molesto ver a su hijo sufrir de conjuntivitis, sepa que parece peor de lo que realmente es. Pero para responder a la pregunta candente “¿Debo llevar a mi hijo pequeño a la consulta de urgencia por la conjuntivitis?”, primero hay que entender en qué consiste la conjuntivitis.

Cuando se produce, las partes blancas de los ojos aparecen de color rojo o rosa, lo que suele ser una señal de advertencia segura de la conjuntivitis en los niños pequeños, ya que los vasos sanguíneos de los ojos se inflaman a causa de alergias, irritantes o infecciones.

Tenga en cuenta que si su hijo tiene un sistema inmunitario comprometido debido a una enfermedad subyacente o a tratamientos médicos, busque ayuda médica lo antes posible. Lo mismo ocurre con los recién nacidos que muestran signos de conjuntivitis.

Síntomas de la conjuntivitis

Contenido de la página Los hemangiomas son grupos de vasos sanguíneos adicionales en la piel del bebé. Pueden estar ahí cuando el bebé nace, o formarse a las pocas semanas o meses de nacer. Algunos pueden tener un aspecto gomoso y abultado de “fresa”, mientras que otros se asemejan a moretones profundos. Ver cómo se desarrolla un hemangioma puede ser preocupante para los nuevos padres.

cirugía plástica.  Cuando el bebé tiene entre 6 y 18 meses, la mayoría de los hemangiomas empiezan a mejorar lentamente. En un proceso llamado “involución”, el hemangioma se volverá menos rojo y más gris o blanquecino y se aplanará y encogerá gradualmente desde el centro hacia fuera.Cada caso es diferente. La mayoría de los hemangiomas han terminado o casi terminado de aplanarse y encogerse a los 4 ó 5 años de edad.

¿Cuándo hay que tratar un hemangioma? La necesidad de tratar un hemangioma depende de la edad del bebé, de la ubicación del hemangioma y de la rapidez con que crezca, de si se convierte en una llaga o en una costra, y del riesgo de que cause complicaciones médicas con la salud y el bienestar del niño. Hay tres razones principales para el tratamiento:¿Qué tipos de tratamientos existen para los hemangiomas? Si el hemangioma de un bebé corre el riesgo de causar problemas, se pueden aplicar medicamentos directamente sobre la piel o tomarlos por vía oral. El objetivo es evitar que aumenten de tamaño durante su periodo de rápido crecimiento, o hacer que se reduzcan más rápidamente. Los procedimientos con láser o la cirugía pueden ser una opción en algunos casos, aunque generalmente se evitan durante la primera infancia para evitar el aumento de los riesgos de la anestesia.Tratamientos sistémicosTratamientos localizadosOtros tratamientosRecuerda:Ponte en contacto con tu pediatra si notas que se desarrolla algo en la piel de tu bebé. Las primeras visitas de control de su bebé también son un buen momento para plantearlo. Pocos hemangiomas causan problemas y la mayoría desaparecen por sí solos. Pero la evaluación, el control y el tratamiento rápidos, cuando son necesarios, pueden ayudar a garantizar que los hemangiomas problemáticos tengan el menor impacto posible en su hijo.  Información adicional:

Cómo tratar la conjuntivitis en los bebés

La infección ocular conjuntivitis -a menudo denominada conjuntivitis- es frecuente en los niños pequeños. Suele ser contagiosa, y los brotes pueden arrasar en los centros preescolares y en los patios de recreo. Pero incluso los adolescentes y los adultos pueden tener conjuntivitis.

La conjuntivitis infecciosa (la que puede contagiar a otras personas) puede estar causada por muchas de las bacterias y virus responsables de los resfriados y otras infecciones, como las infecciones de oído, las sinusitis y los dolores de garganta. A veces está causada por los mismos tipos de bacterias que causan la clamidia y la gonorrea, dos enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Los recién nacidos corren el riesgo de padecer conjuntivitis y pueden desarrollar graves problemas de salud si no se tratan. Si una mujer embarazada tiene una ETS, durante el parto la bacteria o el virus pueden pasar del canal de parto a los ojos del bebé, provocando la conjuntivitis. Para evitarlo, los médicos administran una pomada antibiótica o gotas para los ojos a todos los bebés justo después del parto. En ocasiones, este tratamiento provoca una conjuntivitis química leve, que suele desaparecer por sí sola. Los médicos también pueden examinar a las mujeres embarazadas para detectar enfermedades de transmisión sexual y tratarlas durante el embarazo para evitar el contagio de la infección al bebé.

Cómo contraer la conjuntivitis

Alrededor del 60 por ciento de los pacientes de todo el país reciben recetas de colirios antibióticos, a pesar de que los antibióticos rara vez son necesarios para tratar esta infección ocular común. De los pacientes a los que se les recetan antibióticos, el 20 por ciento lo hace para colirios con antibióticos y esteroides que pueden prolongar o empeorar la infección.

El estudio del Centro Oftalmológico Kellogg de la Universidad de Michigan coincide con una tendencia nacional de uso indebido de antibióticos para afecciones víricas y bacterianas leves. Se trata de una tendencia que aumenta los costes para los pacientes y el sistema sanitario y que puede fomentar la resistencia a los antibióticos.

A partir de los datos de una gran red de atención sanitaria gestionada en Estados Unidos, los investigadores identificaron el número de pacientes que rellenaron recetas de gotas oftálmicas con antibióticos para la conjuntivitis aguda. A continuación, evaluaron las características de los pacientes que habían recibido recetas en comparación con los que no las habían recibido.

Y lo que es más preocupante, el estudio del Centro Oftalmológico Kellogg descubrió que las probabilidades de surtir una receta dependían más de la situación socioeconómica del paciente que del riesgo de que éste desarrollara una infección ocular más grave. Por ejemplo, los usuarios de lentes de contacto o los que padecen diabetes o VIH/SIDA corren más riesgo.