¿Cómo se llamaba antiguamente Andalucía?

Historia de Al-Andalus

Al-Andalus se refiere a las partes de la Península Ibérica que quedaron bajo control musulmán a principios del siglo VIII. Entre las ciudades importantes de al-Andalus se encuentran Córdoba, la capital musulmana, Zaragoza, una importante ciudad fronteriza, y Sevilla, un importante centro intelectual.

Al-Andalus experimentó un floreciente sistema económico y cultural. Al mantener las instituciones y los sistemas políticos existentes y presentarse como sucesores de los reyes anteriores, los gobernantes musulmanes de Iberia mantuvieron tanto la economía como su poder. El auge económico también se vio impulsado por el interés andalusí por la navegación, ya que en esta época se utilizaban tanto las instalaciones de construcción naval como muchas rutas comerciales. La gran arquitectura, las obras de arte y los escritos de la época también son indicativos del auge cultural.

Una figura importante en la historia de al-Andalus es el gran visir al-Mansur, que se convirtió en el dictador de todo al-Andalus a finales del siglo X. Aparte de su reinado de terror, al-Mansur es importante porque su muerte marcó el colapso de una al-Andalus unificada en un conjunto fragmentado de pequeños estados, llamados “ta’ifa”.

Mapa de Andalucía

Nunca fue más completa la aniquilación de un pueblo que la de los moriscos-españoles. ¿Dónde están? Pregunta en las costas de Berbería y en sus lugares desérticos (donde) desapareció el remanente exiliado de su otrora poderoso imperio… El hogar de su adopción, y de su ocupación durante siglos, se niega a reconocerlos, salvo como invasores y usurpadores. Unos pocos monumentos rotos son todo lo que queda para atestiguar su poder y dominio, como rocas solitarias, dejadas en el interior, dan testimonio de la extensión de alguna vasta inundación. Así es la Alhambra… un palacio oriental en medio de los edificios góticos de Occidente; un elegante recuerdo de un pueblo valiente, inteligente y elegante, que conquistó, gobernó, floreció y falleció.

Cuenta la leyenda que cuando el último gobernante del Emirato de Granada partía hacia el exilio en 1492, detuvo su caballo en un punto alto de Sierra Nevada, se giró en la silla y suspiró mientras contemplaba por última vez la lejana Alhambra, el espectacular palacio fortificado que simbolizaba la riqueza de las joyas culturales que ocho siglos de ocupación musulmana habían dejado esparcidas por el paisaje de la identidad española.

Gobierno de Andalucía

“Encontré muchas palabras comunes”, explica antes de empezar a enumerarlas. Algunas se refieren a la comida, otras a ciudades o regiones. También está la expresión “oxala” (se pronuncia oshallah), descendiente directa del árabe “inshallah”. Ambas significan “si Dios quiere”.

En el siglo VIII, los musulmanes navegaron desde el norte de África y tomaron el control de lo que hoy es Portugal y España. Conocida en árabe como al-Andalus, la región se unió al creciente Imperio Omeya y prosperó bajo el dominio musulmán. Pero ese legado se ha olvidado en gran medida en el país, predominantemente católico.

En las escuelas portuguesas, los cinco siglos de dominio musulmán sólo se estudian brevemente. Los libros de texto hacen más hincapié en la “reconquista” triunfal del territorio por parte de los gobernantes cristianos, con la ayuda de los cruzados, que terminó en el siglo XIII.

“Lo que se enseña en la escuela se hace siempre desde la perspectiva de los [vencedores]”, dice Noor-ayn Sacoor, de 30 años. Nacida en Portugal de padres de origen indio y árabe, Sacoor es miembro de la comunidad musulmana de Lisboa.

Al-andalus

Escondido en unos arbustos fuera de las murallas de Toledo, un joven observa a una hermosa joven mientras se baña en el río Tajo, Eventualmente vencido por la pasión, la seduce. Ella se queja a su padre, que es el gobernador de la lejana avanzadilla de Ceuta, al otro lado del estrecho de Gibraltar.

El padre, enfadado, busca venganza e invita a las fuerzas musulmanas expansionistas del norte de África a invadir su país y castigar al hombre que le ha ofendido. Ese hombre era Roderic (Rodrigo), el último rey de los visigodos; a la joven la conocemos como Florinda (o La Cava), hija de un noble visigodo, el conde Julián.

Deseo, ira, venganza… una potente combinación. No es la primera vez que la pasión desenfrenada tiene consecuencias de largo alcance, y nada puede dar un mayor cariz humano a la caída de los reyes o de un reino que la debilidad de la carne.

Es una historia convincente como explicación de la invasión de los moros, pero no es más que eso, una historia bordada por generaciones posteriores para explicar por qué la Hispania cristiana (la actual España y Portugal) se perdió a manos de los musulmanes.