¿Cuál era la función de la Real Hacienda en la Nueva España?

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LegislaturaConsejo de IndiasÉpoca históricaÉpoca colonial- Conquista de México 1519-1521- Creación del Reino 1521- Anexión de Venezuela al Reino de Nueva Granada 27 de mayo de 1717- Anexión de Panamá al Nuevo Reino de Granada 1739- Adquisición de Luisiana a Francia 1762- Tratado de San Ildefonso 1 de octubre de 1800- Tratado Adams-Onís 22 de febrero de 1819- Trienio Liberal abolió el Reino de Nueva España 31 de mayo de 1820- Guerra de Independencia de México e Independencia de Centroamérica 1821

Tras la conquista española del imperio azteca en 1521, el conquistador Hernán Cortés denominó al territorio Nueva España, y estableció la nueva capital de la Ciudad de México en el sitio de Tenochtitlan, la capital del Imperio Mexica (azteca). El centro de México se convirtió en la base de expediciones de exploración y conquista, ampliando el territorio reclamado por el Imperio español. Con la importancia política y económica de la conquista, la corona afirmó el control directo sobre el reino densamente poblado. La corona estableció Nueva España como virreinato en 1535, nombrando como virrey a Antonio de Mendoza, un aristócrata leal al monarca y no al conquistador Cortés. Nueva España fue el primero de los virreinatos que creó España, el segundo fue Perú en 1542, tras la conquista española del Imperio Inca. Tanto Nueva España como Perú contaban con una densa población indígena en el momento de la conquista como fuente de mano de obra y riqueza material en forma de vastos yacimientos de plata, descubiertos y explotados a partir de mediados del siglo XVI.

La Real Audiencia de México fue el máximo tribunal de la corona española en el Reino de Nueva España (no confundir con el Virreinato de Nueva España -nombre del reino- que tenía mayor jerarquía e interventor). La Audiencia fue creada por decreto real el 13 de diciembre de 1527 y tuvo su sede en la capital virreinal de la Ciudad de México. La Primera Audiencia fue disuelta por la corona por su torpeza y corrupción y la corona estableció la Segunda Audiencia en 1530[1] Otra Audiencia fue creada en Guadalajara, en el oeste de México, en 1548.

Tras la caída de Tenochtitlan en 1521 el conquistador Hernán Cortés ejerció el poder en Nueva España como su primer gobernador europeo y procedió a repartir recompensas a los españoles que habían participado en la victoria[2] Inicialmente estableció un gobierno en la ciudad de Coyoacán, al sur del lago de Texcoco, porque Tenochtitlan estaba en ruinas tras la conquista. Desde aquí gobernó con el título de Capitán General y Justicia Mayor. En sus cartas al rey, explicaba y justificaba sus acciones, argumentando que era necesario conceder recompensas de encomiendas a los conquistadores para persuadirlos de que permanecieran en la zona ahora bajo control español, en lugar de verlos partir hacia conquistas en otros lugares[3].

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El descubrimiento de América debería haber dado un gran impulso a la economía española, pero en 1503, tres años antes de la muerte de Cristóbal Colón, se concedió a la ciudad castellana de Sevilla el derecho exclusivo de comerciar con el Nuevo Mundo. Allí se creó la Casa de Comercio para controlar todos los barcos, mercancías y pasajeros, incluidos los misioneros, entre España y “las Indias”. Las colonias americanas fueron tratadas como propiedad privada de la corona y la Casa debía dirigir la máxima cantidad de dinero al tesoro real. Todos los barcos con destino a América debían partir de Sevilla, desembarcar en puertos específicos de la otra orilla y regresar a Sevilla. El explorador Américo Vespucio, que dirigía una casa de negocios florentina en Sevilla, fue nombrado navegante jefe de la Casa en 1508. Se encargó de otorgar licencias a los capitanes de barco y de elaborar mapas de rutas y territorios de ultramar. Se creó una flota para guiar a los barcos mercantes a través del Atlántico y protegerlos de los piratas, y la Casa dirigió su propio astillero.

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En 1815, la lucha por la independencia de las colonias españolas en América Latina estaba a la defensiva. Simón Bolívar, miembro de la clase terrateniente venezolana y figura destacada del movimiento, se encontraba en el exilio. Desde la isla de Jamaica, publicó una carta en la que analizaba las perspectivas actuales y futuras de la lucha independentista. Admirador del sistema parlamentario británico, Bolívar abogó por el equilibrio de poderes en las distintas ramas del gobierno, aunque más tarde reivindicó un fuerte gobierno ejecutivo mientras estuviera en el poder.

Como me siento obligado a dar la debida consideración a su estimada carta y a las intenciones filantrópicas que la motivan, me veo impelido a escribirle estas palabras, en las que seguramente no encontrará las brillantes reflexiones que busca, sino una cándida exposición de mis ideas.

“Hace tres siglos”, dice usted, “comenzaron las atrocidades cometidas por los españoles en este gran hemisferio de Colón”. Nuestra época ha rechazado estas atrocidades como míticas, porque parecen estar más allá de la capacidad humana para el mal. Los críticos modernos nunca les darían crédito si no fuera por los numerosos y frecuentes documentos que atestiguan estas horribles verdades. El humanísimo obispo de Chiapas, aquel apóstol de América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve descripción de estos horrores, extraída de las actas de juicio en Sevilla relativas a las causas abiertas contra los conquistadores . . . .    Toda persona imparcial ha admitido el celo, la sinceridad y el alto carácter de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y ante sus contemporáneos los más horribles actos de frenesí sanguinario.